"He
decidido quedarme aquí, aunque es probable que, de vez en cuando, me vaya.
Podría ser que cuando vengas no esté. Podría ser que te inquietaras, aunque yo
siempre vuelvo y, de haber estado el día que me fui, lo sabrías.
No me
quedo a esperarte, pero sé que vendrás cada vez que decidas que fuera hace ya
mucho frío, o demasiado calor.
Si
vuelves y no estoy, es probable que creas que juego a irme cuando vienes. Y eso
sí es culpa mía, porque cuando te vas nunca te digo cuanto te echo de menos,
para que no lo sufras.
Si te
vas, tendrás miedo, de que no esté al volver, y aunque
te quieras ir, no vas a disfrutarlo, porque sé que, a la vez, querrías
quedarte, y eso, en este universo, aún no es posible.
Y es
que tú y yo, a veces queremos lo mismo, aunque no lo parezca.
Vivimos bajo la misma llama, contemplando el mismo fuego, aunque uno sea el
pirómano y el otro sea el bombero. Que tus cenizas no se cansan de apagar mis
llamas. Que otra vez arderás y si me llamas volveré a cogerlo.
Que sé,
que todo lo que sube baja, que todo lo que entra, sale, y no sé cuántas
tonterías más. Pero tu ascensor suele averiarse por encima del tercero y yo
vivo en el cuarto. Y otra vez volverás despacio. Y, de nuevo, te irás
corriendo.
Y
mientras te alejas desearás que te espere, sufrirás pensando que quizás ya no
esté. Desearás que me vaya bien. Y, cualquier madrugada, volverás a llamarme
preguntando si sigo asomada a la ventana, pidiéndome que te cuente cómo está
hoy el mar, diciéndome que, de verdad, lo que echas de menos son las vistas.
Que yo
no era así, que me gustaba el rosa y las cosas ordenadas, todo en su sitio.
Pero ya no soy yo, somos nosotros. Y sé que tengo muy mal café, y que lo tomo
solo y sin azúcar, pero sé describir el paisaje como nadie, o eso te parece. Y
lo cierto es que todavía fundimos los polos y contamos las fases de la luna.
Que al
final tus ojos no eran color miel, sino verde monte, que tu única convicción
eran tus dudas y ahora, ya descifradas, las has separado de los miedos. Que una
vez amenacé con bajarme porque pensé que ya no ibas a remar. Y hasta mandé
parar al burro. Que es lo que hay, que al final puede evaporarse y no ser nada
y que el que nada no se ahoga.
Que ya
he oído más veces que los finales de verano son terribles, pero yo ya no
suspendo, ni me quedan para septiembre. Que me encanta el otoño desde niña. Que
si quieres volver, que vuelvas, y si no saluda a tu bipolaridad de mi parte
pero recuérdales que yo me he divertido con los dos, que al parecer soy la
única que prefiere vivir con ambos. Que quizás me dolió una vez, pero la verdad
es que siempre he sabido que hay vida más allá de la montura de tus gafas pero
que es mucho menos interesante.
Y ya sé
que podría haber escrito esto de forma más amena y ordenada pero yo siempre
encuentro todas mis cosas en medio de mi caos. Que si hay que morder, se
muerde, pero prefiero los perros ladradores, que hasta en ellos me gusta que me
hablen. Que voy a sonreírte en blanco para que flipes en colores. Y, a partir
de ahora, los cafés de dos en dos, el mío sin azúcar.
Que yo
pienso remar hasta que se me caigan los brazos y que si hay que convencer al
burro de que es un caballo, lo convenzo."
Marián Fraile Basanta.