“Llámalo clan, llámalo grupo, llámalo tribu, llámalo familia.
Llames como lo llames, seas quien seas, necesitas una.” -Jane Howard-.
sábado, 26 de diciembre de 2015
viernes, 18 de diciembre de 2015
domingo, 6 de diciembre de 2015
Y de repente... diciembre.
Y de repente… diciembre. El último mes del año. El mes
por excelencia en el que echamos la vista atrás y nos paramos a pensar en todo
lo que ha sucedido… y en lo que no.
Porque diciembre es el mes de la nostalgia, de
reencuentros con familia y amigos, de hacer balance de lo vivido, de pararnos a
pensar lo mucho que ha cambiado nuestra vida en un año, … Y aquellas personas
que digan que su vida ha cambiado poco, les digo que se paren un momento a
pensar en cómo era su vida el diciembre pasado y este diciembre. Probablemente,
encontrarán un montón de diferencias, más incluso de las que hubieran podido
llegar a pensar.
Diciembre siempre tiene dos caras. Como el Ying y el Yang.
Pasado y futuro.
Pasado porque nos replanteamos todo lo vivido, la gente
que ha estado a nuestro lado, la que sigue estando, y la que ya no lo está. Los
momentos en los que creíamos que no podíamos más, y los momentos en los que
creíamos poder comernos el mundo. Las fiestas hasta las tantas, pero también
las noches de cena y conversaciones con amigas. Los enfados, pero también los
abrazos de reconciliación. Los planes improvisados. Las miles de horas pasadas
junto a las personas que forman tu vida. Eso, ni el gordo de la lotería es
capaz de pagarlo. Y también las personas que nos enseñaron algo, aquellas que
pasaron por nuestra vida por alguna razón, aunque hoy en día ya no estén.
Y también está la cara B, la cara de la esperanza, de
las ilusiones y de las alegrías, la cara del futuro. El futuro, donde
depositamos todos nuestros sueños, donde el 1 de enero comenzamos a escribir
otro capítulo de nuestra vida que esperamos que sea maravilloso. Donde todos
los propósitos de año nuevo caben. El futuro que, esperamos, nos albergue
momentos mágicos, nos depare gente y momentos nuevos, y también nos guarde a
aquellas personas que tanto amamos.
Pero el futuro es incierto y puede cambiar en cualquier
momento. Tal vez ese sea nuestro problema, que vivimos demasiado en el pasado
y, a la vez, expectantes con el futuro. Tal vez debamos simplemente vivir el
presente, disfrutar de todos los momentos y las oportunidades que la vida
ofrece, y dejar que la vida nos sorprenda.
Así que mejor centrarnos en hoy, en este bonito y
nostálgico mes, disfrutar de la compañía y de los pequeños momentos bajo las
luces de Navidad. Y en enero, comenzar a escribir otras 365 páginas que formen
el mejor libro de nuestra vida.
lunes, 30 de noviembre de 2015
Y llegas.
Y llegas
cambiándome de sitio las ideas,
tirando mi ansiedad por el retrete,
con la felicidad como bandera.
Y estamos más locos,
y a la vez más libres,
y todos los poemas
van a ser silencio
si me miras.
Y llegas
apretando el gatillo del olvido,
dejando mi pasado en la cuneta,
siendo siempre nosotros, si es contigo.
Y estaremos más viejos,
y a la vez más vivos,
y todas las canciones
van a ser silencio
si me miras.
domingo, 22 de noviembre de 2015
No lo hagas
Si no te sale ardiendo de lo más profundo de ti, a pesar de
todo, no lo hagas. A no ser que salga espontáneamente de tu corazón, de tu
mente, de tu boca, de tus entrañas,.... no lo hagas. Si lo haces por dinero o
por fama, no lo hagas. Si lo haces para llevarte mujeres a la cama, no lo
hagas. Si te cansa solo pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estas intentando
escribir como cualquier otro, olvídalo. Si tienes que esperar a que salga
rugiendo de ti, espera pacientemente, pero si nunca llega a rugir, haz otra
cosa. Si primero tienes que leerlo a tu esposa, a tu novia, a tu novio, a tus
padres o a cualquiera antes de leerlo a un público mucho mayor, no estás
preparado. No seas pesado, ni aburrido, ni pretencioso. No te consumas en el
amor propio, no lo hagas. A no ser que salga de tu alma como un cohete, no lo
hagas. A no ser que el sol que hay dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo
hagas. Cuando sea realmente el momento, si has sido elegido sucederá por si
solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti.
No hay otro camino, nunca lo hubo.
martes, 17 de noviembre de 2015
Vuelta al mundo en 80 risas.
Y cuando menos te lo esperas, sonríes.
Sonríes tanto y desde tan dentro que te hace pensar que nadie te ha hecho reír
así. Sonríes, ríes y te rompes, pero a carcajadas.
Y descubres que la vida es eso, agujetas en
el estómago y mandíbulas desencajadas de los golpes de risa.
Crear momentos en los que la tormenta pase a
un plano en el cual las gotas resbalen haciendo cosquillas.
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domingo, 8 de noviembre de 2015
Somos maestros.
No eduquéis a vuestros hijos para ser ricos, sino para
ser felices; cuando crezcan van a entender el valor de las cosas, no el precio.
El
trabajo de profesor es uno de los más denostados a lo largo y ancho del mundo.
Una profesión por la que muchos padres y adultos han perdido el respeto,
trasladándolo a sus hijos, a los que defienden a capa y espada, incluso cuando
suspenden o hacen bullying a un compañero.
Pero no nos avergonzamos. Nosotros, somos maestros.
Como en
esta vida todo el que tiene boca puede opinar, nuestro protagonista de hoy, al
igual que mucha gente de hoy en día, decidió exponer la suya sin pensar
demasiado en el valor que supone enseñar a los niños. Afortunadamente, una profesora supo ponerle en su sitio.
“Los
invitados a la cena estaban sentados en la mesa hablando sobre distintas
cuestiones de la vida. Un hombre, el director general de una gran empresa,
decidió explicar el problema de la educación:
- ¿Qué va a aprender un niño de alguien que
decidió que su mejor opción en la vida era convertirse en maestro?
Y
siguió afirmando:
- Los que tienen la habilidad de practicar una
carrera, la practican; mientras los que no tienen talento para esa carrera, se
convierten en profesores.
Para
corroborar su teoría dijo a una maestra que se encontraba en la mesa: “Usted es
maestra Susan, sea honesta, qué piensas sobre esto.”, a lo que la maestra
contestó:
- ¿Quiere saber lo que hago? Bueno, lo cierto
es que hago que los niños trabajen más de lo que nunca pensaron que sería
posible. Consigo que si sacan un 8 se sientan como si ganaran una medalla de
oro. Soy capaz de que atiendan sentados durante 50 minutos de clase, cuando sus
padres no consiguen que permanezca quietos cinco, sin darles una Playstation,
un iPad o el Smartphone,… ¿Y quiere saber cómo lo hago?
Tomó un
momento para dedicar una sonrisa a los asistentes y clavar su mirada en el
director general.
- Hago que se sientan especiales, les enseño a
hacerse preguntas. Les hago pedir disculpas y que entiendan por qué. Hago que
tengan respeto y aprendan a ser responsables de sus actos. Les enseño cómo
escribir, y después hago que escriban. No todo se hace con un teclado. Hago que
lean, lean, lean y vuelvan a leer. Les enseño matemáticas y a usar la cabeza en
lugar de la calculadora. Les enseño idiomas y las costumbres de otros países,
sin olvidar preservar su identidad cultural. Hago que se sientan seguros y
cómodos dentro del ambiente de nuestra aula. Finalmente, les hago entender que
si utilizan bien todo lo que les he enseñado, trabajan duro, y hacen los que
les gusta, tendrán éxito en la vida. Después, cuando la gente intenta juzgarme
por lo que hago, voy con la cabeza bien alta y recuerdo eso de que no hay que
prestar atención a los ignorantes. ¿Quiere saber lo que hago? Causo un impacto
positivo en vuestras vidas educando a vuestros hijos y preparándolos para ser
directores, médicos e ingenieros. ¿Y usted? ¿Qué hace usted, Sr. Director?
Se quedó
bloqueado y se fue de la mesa.”
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sábado, 31 de octubre de 2015
Contagiando alegrías.
Dicen que la cordura es lo correcto, pero yo digo que la
locura es más divertida.
Casi rozando los 20 y mi forma de pensar y actuar quizá no
sea la que marcan los cánones estipulados por el resto del mundo, pero… ¿sabéis
qué opino? Que se queden ellos con la seriedad eterna, que yo prefiero reírme
de todo, de todos y de mí misma; que contagiar alegría es más productivo que
contagiar las pocas ganas de vivir.
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lunes, 19 de octubre de 2015
Por un tiempo.
Por años nos han vendido la idea de que nacimos para
complementarnos, que hay por ahí un alma que nos perfecciona, que nos
pertenece, al que estamos destinados, vamos por la vida con los ojos muy
abiertos esperando que aparezca, eligiendo la ropa adecuada y los zapatos
perfectos, maquillando nuestro rostro, coloreando nuestras mejillas, nos hemos
dejado engañar con eso de que la felicidad solo se alcanza en compañía,
provocando un miedo constante a la soledad, un miedo constante a nosotros
mismos.
Es esta ideología, la que por
tanto tiempo, como círculo vicioso, nos
ha llevado a cometer el error gravísimo de conformarnos con relaciones que nada
tienen que ver con el concepto de amar, relaciones, insensatas, nocivas,
egoístas, creyendo que con el simple hecho de tener a alguien a nuestro lado,
podremos llenar los vacíos que sentimos, relaciones que terminaran por
desgastarse al punto de dañar.
Lo cierto es que para poder
llenar los huecos, no necesitas de nadie más, precisas solo regalarte un tiempo a solas para sanar las
heridas, rescatar tu esencia, reconstruir tú felicidad, un tiempo a solas para
reunir el valor necesario para tomar decisiones pensando solo en ti, no por
egoísmo, ni soberbia, sino por la simple
convicción de llevar las riendas de tu vida.
Necesitas un tiempo a solas, para
convencerte de que no necesitas a nadie más para sentirte pleno, para descubrir
de lo que eres capaz, descubrir tus pasiones, tus sueños, incluso tus
debilidades; cantar, bailar, pintar, leer, básicamente vivir.
Ese tiempo a solas, para sentirte
plena, para descubrir tu estilo, para ser como te dé la gana de ser, para elegir la ropa que te gusta, con la que
te sientas cómoda y bonita, con la que te sientas realmente tú, ya no por agradarle a nadie más, solo por la
satisfacción de mírate al espejo y descubrirte bella, autosuficiente,
fuerte; un tiempo que servirá para convencer a tu mente de que no hay nadie
en el mundo que pueda hacerte más feliz
que tú misma, y cuando al fin hayas entendido esto, cuando al fin te
encuentres sola pudiendo sentir calma, entonces y solo entonces te descubrirás lista si es que así lo decides
para compartir tu vida y tu tiempo con alguien más, con alguien que sea como
tú, con alguien que tampoco tenga miedo a la soledad.
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domingo, 11 de octubre de 2015
martes, 6 de octubre de 2015
Sin nada que reprocharse.
El olvido impuso su reinado
justo en el momento en que se despidieron.
Sin ya nada que reprocharse,
con todos los besos ya dados,
con todos los parques caminados,
con todas las lágrimas lloradas,
sin ninguna herida prevista en la agenda del mañana.
Así fue, con todo ya dicho,
como tuvo lugar
la primera despedida sin tristeza de la historia.
miércoles, 30 de septiembre de 2015
Otoño.
Vuelve, caprichoso, el otoño, y te pilla con pantalones cortos, sandalias
y la nostalgia de un verano que te sabe eterno. Percibes que todavía tienes la
piel y la historia agarradas al cuerpo, pero el veneno ha empezado a
disolverse, expulsado por los gritos de insomnio que descargaste ayer contra el
colchón. No sabes cuántos asaltos te quedan todavía
antes de que el odio se transforme en algo parecido a la indiferencia, pero la
primera descarga ha abierto definitivamente camino. Hacía falta sólo aceptar todas
las piezas de este puzle hecho añicos, el puñetazo en las costillas, la
humillación y la impotencia, tu vientre partido en dos como el asfalto rasgado
por el terremoto, y los restos del orgullo apenas sosteniéndote, a expensas de
negar el dolor, de negar la rabia, de negar este odio que, por suerte, ya no
sientes tan dentro. Hacía falta sólo admitirte la sombra como admites la luz. Y
no dudar ni un segundo que te quieres continuar alimentando.
Desnudarse, y empezar a convertir las sonrisas improvisadas en el mejor
antídoto para la soledad. Admitir que a todos, el desengaño, nos gana la
batalla alguna vez porque estamos programados para ilusionarnos, para construir
príncipes y palacios y para dibujar mares donde abocar nuestro sinfín de
emociones. Tenemos ansía de perfección y ansía de eternidad pero estamos
compuestos de pequeños retablos efímeros. Tenemos obsesión por los subjuntivos
hasta que sentimos que el placer es tan difícil de contener como el dolor.
Asumir, sin reproches ni culpa, que hiciste justamente todo lo que siempre
habías dicho que no harías. Reírte de tus manuales de supervivencia previos a
las catástrofes, brindar por ti y por tu poca traza. Por tu deseo desbordante
de vida los días que la muerte se empeña a hacer temblar los cristales rotos
que llevas dentro y que ningún espejo se atreve a mostrar. Volver a sentarte
cerca de los tejados y encender sueños a los pies de los santos imposibles,
andar sigilosamente para dejar de despertar viejas heridas. Amar este trocito
de vida que se te ha hecho arena entre los dedos con todo el amor que todavía
te queda.
Y no necesitar hacer mucho más; sentir la vida.
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