lunes, 30 de noviembre de 2015

Y llegas.



Y llegas
cambiándome de sitio las ideas,
tirando mi ansiedad por el retrete,
con la felicidad como bandera.

Y estamos más locos,
y a la vez más libres,
y todos los poemas
van a ser silencio
si me miras.

Y llegas
apretando el gatillo del olvido,
dejando mi pasado en la cuneta,
siendo siempre nosotros, si es contigo.

Y estaremos más viejos,
y a la vez más vivos,
y todas las canciones
van a ser silencio 
si me miras.

domingo, 22 de noviembre de 2015

No lo hagas


Si no te sale ardiendo de lo más profundo de ti, a pesar de todo, no lo hagas. A no ser que salga espontáneamente de tu corazón, de tu mente, de tu boca, de tus entrañas,.... no lo hagas. Si lo haces por dinero o por fama, no lo hagas. Si lo haces para llevarte mujeres a la cama, no lo hagas. Si te cansa solo pensar en hacerlo, no lo hagas. Si estas intentando escribir como cualquier otro, olvídalo. Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, espera pacientemente, pero si nunca llega a rugir, haz otra cosa. Si primero tienes que leerlo a tu esposa, a tu novia, a tu novio, a tus padres o a cualquiera antes de leerlo a un público mucho mayor, no estás preparado. No seas pesado, ni aburrido, ni pretencioso. No te consumas en el amor propio, no lo hagas. A no ser que salga de tu alma como un cohete, no lo hagas. A no ser que el sol que hay dentro de ti esté quemando tus tripas, no lo hagas. Cuando sea realmente el momento, si has sido elegido sucederá por si solo y seguirá sucediendo hasta que mueras o hasta que muera en ti.

No hay otro camino, nunca lo hubo.

martes, 17 de noviembre de 2015

Vuelta al mundo en 80 risas.





Y cuando menos te lo esperas, sonríes. Sonríes tanto y desde tan dentro que te hace pensar que nadie te ha hecho reír así. Sonríes, ríes y te rompes, pero a carcajadas.

Y descubres que la vida es eso, agujetas en el estómago y mandíbulas desencajadas de los golpes de risa. 

Crear momentos en los que la tormenta pase a un plano en el cual las gotas resbalen haciendo cosquillas.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Somos maestros.

No eduquéis a vuestros hijos para ser ricos, sino para ser felices; cuando crezcan van a entender el valor de las cosas, no el precio.

El trabajo de profesor es uno de los más denostados a lo largo y ancho del mundo. Una profesión por la que muchos padres y adultos han perdido el respeto, trasladándolo a sus hijos, a los que defienden a capa y espada, incluso cuando suspenden o hacen bullying a un compañero. 
Pero no nos avergonzamos. Nosotros, somos maestros.



Como en esta vida todo el que tiene boca puede opinar, nuestro protagonista de hoy, al igual que mucha gente de hoy en día, decidió exponer la suya sin pensar demasiado en el valor que supone enseñar a los niños. Afortunadamente, una profesora supo ponerle en su sitio.

“Los invitados a la cena estaban sentados en la mesa hablando sobre distintas cuestiones de la vida. Un hombre, el director general de una gran empresa, decidió explicar el problema de la educación:

 - ¿Qué va a aprender un niño de alguien que decidió que su mejor opción en la vida era convertirse en maestro?

Y siguió afirmando:

- Los que tienen la habilidad de practicar una carrera, la practican; mientras los que no tienen talento para esa carrera, se convierten en profesores.

Para corroborar su teoría dijo a una maestra que se encontraba en la mesa: “Usted es maestra Susan, sea honesta, qué piensas sobre esto.”, a lo que la maestra contestó:

- ¿Quiere saber lo que hago? Bueno, lo cierto es que hago que los niños trabajen más de lo que nunca pensaron que sería posible. Consigo que si sacan un 8 se sientan como si ganaran una medalla de oro. Soy capaz de que atiendan sentados durante 50 minutos de clase, cuando sus padres no consiguen que permanezca quietos cinco, sin darles una Playstation, un iPad o el Smartphone,… ¿Y quiere saber cómo lo hago?

Tomó un momento para dedicar una sonrisa a los asistentes y clavar su mirada en el director general.

- Hago que se sientan especiales, les enseño a hacerse preguntas. Les hago pedir disculpas y que entiendan por qué. Hago que tengan respeto y aprendan a ser responsables de sus actos. Les enseño cómo escribir, y después hago que escriban. No todo se hace con un teclado. Hago que lean, lean, lean y vuelvan a leer. Les enseño matemáticas y a usar la cabeza en lugar de la calculadora. Les enseño idiomas y las costumbres de otros países, sin olvidar preservar su identidad cultural. Hago que se sientan seguros y cómodos dentro del ambiente de nuestra aula. Finalmente, les hago entender que si utilizan bien todo lo que les he enseñado, trabajan duro, y hacen los que les gusta, tendrán éxito en la vida. Después, cuando la gente intenta juzgarme por lo que hago, voy con la cabeza bien alta y recuerdo eso de que no hay que prestar atención a los ignorantes. ¿Quiere saber lo que hago? Causo un impacto positivo en vuestras vidas educando a vuestros hijos y preparándolos para ser directores, médicos e ingenieros. ¿Y usted? ¿Qué hace usted, Sr. Director?

Se quedó bloqueado y se fue de la mesa.”