martes, 28 de julio de 2015

Y tú, que eras agua, vuelves a recuperar la tierra.


 
La herida, dicen. La de cada uno. La esencial, la que un día cualquiera de nuestra vida que quizás ni recordamos nos puso en peligro la supervivencia. O nos lo pareció. La herida, dicen, y cada cual es responsable de la suya.

Te das cuenta, simplemente, que el amor y la crueldad son siempre una elección. Y que ahora hacía demasiados días que no te sentías feliz. Borrar. Seleccionar, suprimir. Sin mirar los títulos de los asuntos. Sin dudar. Hoy ya no. Seleccionar, suprimir. Borrar. Cada palabra, cada acto, y todo el veneno que desprenden. También tus palabras, cada palabra que te hizo ser, cada milímetro de tu alma desnuda. Hoy vuelve a ser el primer día de tu vida.

Hoy has aprendido que cuesta mucho más borrar la sangre cuando ha quedado reseca en las baldosas. Que la crueldad, produce más lástima que rabia. Que el tiempo del perdón es directamente proporcional al grueso de cada cicatriz. Y que siempre sale demasiado caro utilizar el nombre del amor en vano, hasta que aprendes a no estar, a acercarte a ti, a quererte bien, y a vivir a gusto. Muy a gusto.

domingo, 26 de julio de 2015

Ausencia.


 
Día 1 sin ti:
Te echo tanto de menos que en mi reloj aún es ayer.

Día 13 sin ti:
No salgo de la cama. Todavía estás conmigo, aunque sea en pesadillas.

Día 28 sin ti:
No llamas, y las canciones, mi cama, la pena, mi pecho, tus fotos, mis trozos, nuestros restos,… todo comunica.

Día 31 sin ti:
Me abandonaste a las nueve en punto. Mi reloj lleva 31 días marcando las nueve y cinco.

Día 50 sin ti:
Tu ausencia sigue aplastando mis entrañas. Por mi alma parece que han pasado 90 años.

Día 58 sin ti:
Hoy solo he llorado leyendo a Diego Ojeda. Voy mejorando.

Día 72 sin ti:
Mi madre me ha besado las ojeras y me he decidido por fin a salir del ataúd dejando al lado de la almohada una nota de resurrección.

Día 87 sin ti:
He ido a dar un paseo por la playa, ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo y he comprendido que uno es de donde llora, pero siempre querrá ir a donde ríe.

Día 91 sin ti:
No te olvido, pero hoy he vuelto a reír de nuevo. Es muy atento. Te ayudaré con esto, dijo. Puedes con esto, dice. Y he sentido un anhelo reconfortante al abrir la ventana, como si el aire barriera los fantasmas de mi suelo.

Día 100 sin ti:
He dejado de huir porque me he dado cuenta de que soy la única que me sigue. Tu recuerdo tampoco. Se ha quedado atrás. Creo que me acerco a la meta.

Día 129 sin ti:
Me he olvidado de que te estaba olvidando y por primera vez te he olvidado.

Día 149 sin ti:
Has muerto de mis días, aunque tu recuerdo siempre permanecerá vivo. Me siento feliz. Me siento fuerte. Me siento viva. Otra vez.

domingo, 19 de julio de 2015

El muro.

 

 
Estaba ahí, el muro que todos los que realmente han sufrido por amor levantan para protegerse del futuro.
¿Lo tiramos?, me dijo.

sábado, 18 de julio de 2015

A qué esperas.

 

"A qué esperas. Que a qué esperas, te digo. Esperar para qué. Esperar hasta cuándo. O hasta quién. Nadie está pendiente de quien no tiene nada que hacer ni mucho menos de quien no demuestra que quiere hacerlo. La espera sólo va a hacerte más viejo, más agotado, menos ágil y más lejos de lo que realmente quieres, que te recuerdo que se mueve, que avanza, se va.

Esperar es decirle a tu vida que en realidad te van a sobrar días. Que ya se los podrían haber dado a otro. Porque tú no los piensas usar. Menudo desperdicio. Menuda decepción. Estamos todos en una carrera de fondo a ritmo de sprint final: si no consigues que te persigan, te adelantarán.

Con los años, además, te das cuenta de que la espontaneidad es lo único creíble, lo único real. Fíate sólo de la gente que siempre dice lo que piensa, que suele ser la que no se para demasiado a pensar cómo te lo dirá. Hazlo o jamás volverás a escuchar ninguna verdad. Lo preparado es siempre fruto de alguna estrategia y creo en la gente que va de frente por la vida, la que no necesita estratagemas para triunfar.

Por eso, te agarro hoy y te digo que a qué esperas. Te ruego que leas esto como un subidón vital. El que siento cada vez que veo la suerte echada, que es lo mismo que ponerla a descansar. Porque ya no dependes de ella, porque ya no la esperas, porque ya te vas.

A qué esperas. Dímelo porque cada vez estoy más convencido de estas dos frases que he dejado para el final.

Morir es dejar la vida en espera.
Vivir es decidir que la vas a buscar."


Risto Mejide.

lunes, 6 de julio de 2015


 
 
“Después de casi tres años en que pasamos por todos los estados del amor y el desamor nuestra historia se acabó.
Tú hacia el norte y yo hacia ningún lugar.
Me escondí por donde pude, me agarré a las cinturas que pude, te saqué de las conversaciones como pude y evité ir a los lugares donde coincidíamos como pude.
Así, acabé perdida en medio de la ciudad de las almas, sin rumbo, preguntándome por qué cuanto más te esfuerzas en olvidar, más recuerdas.
Pasaron varios meses y tras seguir caminando por esa línea decidí tomármelo con calma.
Aunque doliera.
Aceptar el dolor como el precio de las cosas más hermosas.
Pero tu recuerdo poco a poco comenzó a bajar el volumen de su voz y por un tiempo, según te ibas yendo, estuve de paso por la vida.
Fue raro vivir sin sobresaltos, ver como poco a poco la tristeza se iba diluyendo en el paso de los días. Así llegó el día que supe que ya no te necesitaba.
Esa noche comprendí que el fin también es el principio.”

miércoles, 1 de julio de 2015

Consejos de supervivencia para jóvenes sensibles.

 
 
 
No te fíes de todos aquellos visionarios que te hablan de la vida sin caballos
galopando en su mirada,
ni escuches a quien no alce la vista de vez en cuando para mirarle las bragas o
la estrella.
No verás a ninguno de ellos llorando de emoción tras un orgasmo por una canasta sobre la
bocina del eterno segundero.
Sigue el ejemplo de los locos necesarios que se abrochan a la vida cuando quitan un botón.
De los que encuentran a Dios al abrir tu cremallera.
Síguelos a ellos.
A los que piensan que solo el amor puede hacer que lo imposible se vuelva repetir.

A los poetas que saben que cuando tienen un lápiz lleva un paraíso en el bolsillo.
Sigue solo a esos.
A los que buscan la hermosura en la niebla de un poema. A aquellos que cuando tocan una
piel, comprenden todo.
Y huye, huye de quien tenga tanta razón que nunca tenga nada.
De aquellos que jamás dudan, porque estarán mintiendo.
Huye de quien crea que un lunes no tiene un callejón hacia el nirvana.
De todo aquel que no considere que no hay niños malcriados, sino adultos que malcrían.
Y huye del hombre que no piense que quien aparta los ojos de la pobreza también se ha
vuelto un cómplice al hacerlo.
De quien te diga que la felicidad es un crucero con pulsera y no una muchacha con la risa
floja y ojos hambrientos de infinitos.
No te fíes de quien defienda a esos corruptos que cuando sobra agua se inventan un modo
de vender la sed.
Y ama, ama aunque nunca tengas suelto y recuerda que no hay peor amor que el que no se
da por miedo a que te dañen, y que ningún amor no correspondido puede matarte salvo
aquel que no sientes por ti mismo.
Conviene no olvidar que uno y uno suman uno entero cuando de quien te enamoras es de
ti.
Que cuando te caigas nadie te convenza de que la solución está en democratizar el suelo
para todos, sino en encontrar la escalera de subida hacia ti mismo, y para eso tendrás que
preguntar a las baldosas sobre el golpe.
Evita los consejos, cualesquiera que sean. Que no pongan tu corazón al frente.
Y olvida también estos consejos.
Uno a uno. Y sé feliz.
 
                                                                                                      Marwan.