Y de repente… diciembre. El último mes del año. El mes
por excelencia en el que echamos la vista atrás y nos paramos a pensar en todo
lo que ha sucedido… y en lo que no.
Porque diciembre es el mes de la nostalgia, de
reencuentros con familia y amigos, de hacer balance de lo vivido, de pararnos a
pensar lo mucho que ha cambiado nuestra vida en un año, … Y aquellas personas
que digan que su vida ha cambiado poco, les digo que se paren un momento a
pensar en cómo era su vida el diciembre pasado y este diciembre. Probablemente,
encontrarán un montón de diferencias, más incluso de las que hubieran podido
llegar a pensar.
Diciembre siempre tiene dos caras. Como el Ying y el Yang.
Pasado y futuro.
Pasado porque nos replanteamos todo lo vivido, la gente
que ha estado a nuestro lado, la que sigue estando, y la que ya no lo está. Los
momentos en los que creíamos que no podíamos más, y los momentos en los que
creíamos poder comernos el mundo. Las fiestas hasta las tantas, pero también
las noches de cena y conversaciones con amigas. Los enfados, pero también los
abrazos de reconciliación. Los planes improvisados. Las miles de horas pasadas
junto a las personas que forman tu vida. Eso, ni el gordo de la lotería es
capaz de pagarlo. Y también las personas que nos enseñaron algo, aquellas que
pasaron por nuestra vida por alguna razón, aunque hoy en día ya no estén.
Y también está la cara B, la cara de la esperanza, de
las ilusiones y de las alegrías, la cara del futuro. El futuro, donde
depositamos todos nuestros sueños, donde el 1 de enero comenzamos a escribir
otro capítulo de nuestra vida que esperamos que sea maravilloso. Donde todos
los propósitos de año nuevo caben. El futuro que, esperamos, nos albergue
momentos mágicos, nos depare gente y momentos nuevos, y también nos guarde a
aquellas personas que tanto amamos.
Pero el futuro es incierto y puede cambiar en cualquier
momento. Tal vez ese sea nuestro problema, que vivimos demasiado en el pasado
y, a la vez, expectantes con el futuro. Tal vez debamos simplemente vivir el
presente, disfrutar de todos los momentos y las oportunidades que la vida
ofrece, y dejar que la vida nos sorprenda.
Así que mejor centrarnos en hoy, en este bonito y
nostálgico mes, disfrutar de la compañía y de los pequeños momentos bajo las
luces de Navidad. Y en enero, comenzar a escribir otras 365 páginas que formen
el mejor libro de nuestra vida.
Hola Laura, soy Luma del blog “Si yo cambio, todo cambia”. En primer lugar, quiero agradecer tu comentario en el que expresas que te gusta mi blog. Como ves, he visitado el tuyo, aunque creo que no debería importante mi opinión. No obstante, te diré que estéticamente me parece en blog “sencillamente” bello que denota un exquisito buen gusto. Por otro lado, compruebo que escribes correctamente y te expresas muy bien por escrito (algo cada vez más raro). En cuanto al contenido, me sorprende más aún, si cabe, dada tu juventud. Tus reflexiones y apreciaciones me parecen muy sabias (veo que has iniciado tu viaje hacia el interior), pero lo que más me gusta es tu alegría, tu positivismo y tus ganas de vivir. Enhorabuena. Saludos.
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